sábado, 18 de mayo de 2013

Inventos


La bragueta.
La palabra braguette aparece por primera vez en 1534, en un texto de Rebelais, y designaba la parte saliente -tipo estuche- de los braies (pantalones usados por galos), que se puso de moda bajo el reinado de Francisco I. Curiosamente, en el siglo XVI, se exageró tanto que algunos señores llegaron a introducir en ella una manzana para presumir.


El collar.
Es uno de los símbolos más antiguos (su círculo cerrado simbolizaba los poderes del mundo oculto) y ya se utilizaba, por hombres y mujeres, en los pueblos del actual Oriente Medio (egipcios, asirios...), donde podían ser de ostentosas piedras preciosas o sencillos huesos de aceitunas perforados. Ya en la Edad Media, Europa relegó el uso de los collares hasta el siglo XVII, cuando las mujeres pusieron de moda la gargantilla de tela ajustada al cuello.

Las croquetas.
Aunque es en España donde las croquetas se han hecho populares, parece que se trata de un alimento de origen francés. Se concibieron para aprovechar las sobras en los hogares más humildes pero, a principios del siglo XIX, el cocinero galo Antonin Cáreme las dio a conocer entre los nobles -y triunfó- durante un banquete entre el regente de Inglaterra y el Gran Duque de Rusia. Eran croquetas «à la Royale», de patata y sin huevo. Más tarde, se incorporó a la mezcla la salsa bechamel. Doña Emilia Pardo Bazán se refiere a las de pollo y vaca y a las dulces allá por 1913, asegurando que son patrimonio español.

La cerveza para perros.
Tomándose una cerveza después de un día de caza, el holandés Gerrie Berendsen pensó que, si a él le apetecía aquel botellín, quizá a sus perros también les gustaría. Así nació la Kwispelbier, cuya traducción literal sería «Cerveza Menear la Cola». La bebida canina no contiene alcohol y es apta para el consumo humano.

La conservas.
La comida en conserva la inventó hace 200 años el cocinero francés Nicolas Appert, intentando que la comida le durase más tiempo. Llenó grandes frascos de vidrio, los selló con corcho y cera y, aunque los alimentos se apelmazaron, no se estropearon. El envasado en hoja-lata surgió 50 años después, convirtiendo las latas en las reinas de las conservas.

El uniforme de enfermera.
Dicha profesión no existió como tal en Europa hasta 1836 (hasta entonces, eran las religiosas quienes solían cuidar los enfermos). Ese año, Theodor Fliedner y su esposa Friederike fundaron la primera escuela de enfermeras en Alemania y, para distinguirlas rápidamente las vistió con bata de algodón azul, delantal blanco, un gran cuello vuelto y una cofia de muselina blanca con volante alrededor del rostro que se anudaba a la barbilla con un lazo.

Las gafas «anticebolla».
Se trata de un práctico «gadget» para evitar las clásicas lagrimitas que solemos echar cuando cortamos   una cebolla a causa de los vapores que desprenden.

Los robots.
Allá por el año 370 a. C., los antiguos griegos ya construyeron los primeros autómatas, entendidos como máquinas que imitan la figura y los movimientos de los seres vivos. El primero del que se tiene constancia es obra de Arquitas de Tarento, quien creó un ave mecánica que volaba «como las reales» apoyada sobre un brazo mecánico impulsado por el vapor generado al hervir agua.

Los desfiles de moda.
Los modistos mostraron sus diseños en maniquís hasta el 1852, cuando el francés Charles Wort pensó que su ropa luciría mucho mejor en una mujer de verdad y le pidió a su esposa, Marie Wort, que presentase su colección. Así, Marie se convirtió en la primera modelo de pasarela.

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