jueves, 25 de abril de 2013

Inventos

Los cubitos de hielo.
A principios del siglo XIX, al británico Frederic Tudor se le ocurrió aserrar bloques de hielo de los lagos congelados de Nueva Inglaterra y venderlos en los trópicos. Pese a las burlas iniciales, llegó a ser el proveedor oficial de la reina Victoria.

La vichyssoise.
Esta suculenta crema nació en el hotel Ritz de Nueva York, de la mano de su chef Louis Diat quien, en 1917, la cocinó evocando recuerdos de su infancia, cuando su madre se levantaba muy temprano para elaborar una deliciosa sopa de patata y puerro para desayunar. Diat quiso darle un toque especial con motivo del estreno de la terraza de verano ubicada en la azotea del hotel, por lo que le añadió leche fría para suavizarla y la trituró. Exquisita.

El pavo de nochebuena.
La hipótesis más aceptada apunta a que el pavo llegó a España a finales del siglo XVI procedente de México. Es probable que los aztecas les ofrecieran guajalote a Hernán Cortés y a sus expedicionarios
y que, encantados con su carne, promulgaran su consumo en Europa como sustitutivo del insípido pavo real o la dura carne de faisán con la que Enrique VIII de Inglaterra y Carlos IX de Francia (quien incluyó el pavo como plato estrella en la celebración de su boda) agasajaban a sus invitados. Hoy, en buena parte de Europa, el pavo al horno es símbolo de celebración.

La comida inhalada.
El profesor de Harvard David Edwards ha desarrollado «Le Whaf», una novedosa máquina similar a una pecera que convierte en vapor cualquier alimento. Posteriormente, el usuario inhala el vapor a través de una pajita de cristal y disfruta de una deliciosa comida sin apenas ingerir calorías. Empezará a comercializarla en breve y costará algo menos de 100 €.

Las UGG.
En los años 60, los surfistas australianos utilizaban estas botas de piel de cordero y forradas con lana de oveja para calentarse los pies al salir del agua. Pronto empezaron a llamarlas «Ugh» por ser consideradas «ugly», es decir feas. Aunque no por ello dejaron de tener éxito. El surfista Shane Stedman registró el nombre en 1971, aunque el invento sólo le reporta 15 euros y tres pares de botas anuales.

La caja de bombones.
Desde que la marca británica de chocolates Cadbury lanzó la primera en 1868, este delicioso manjar se convirtió en el obsequio por excelencia para los amantes. Cadbury también lo vio y, al poco tiempo, lanzó una edición especial para San Valentín.

Las tarjetas de San Valentín.
La más antigua tiene su origen en el año 1415, y en ella hay un poema romántico escrito por el duque de Orleans a su esposa. En ese momento estaba preso en la Torre de Londres tras haber sido capturado en la batalla de Agincourt y creyó que era la mejor forma de recordarle a su mujer lo que sentía por ella aun estando alejados.

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