sábado, 2 de febrero de 2013

Personajes

Segismundo Moret.


Allá por 1906, el político gaditano asistía como invitado a un banquete donde coincidió con el nuncio de su Santidad y una exuberante dama que lucía sobre el escote una cruz de oro. La cruz quedó encallada entre los pechos de su propietaria y, viendo que el nuncio no le quitaba el ojo, la dama le dijo cortésmente: «Monseñor, veo con qué entusiasmo admiráis la cruz que llevo en el cuello». A lo que Moret replicó: «No sólo la cruz, señora, sino también las colinas del Calvario».





Giouse Cozzarelli.

En el concurso «Realmente Bella», previo a la elección de «Miss Panamá 2009», esta candidata debía comentar una frase de Confucio. Tras meditar unos segundos, la joven respondio, muy sonriente: «"Confusio" fue uno de los que inventó la confusión. Por eso fue uno de los chinos-japoneses de lo más antiguo». A pesar de todo...ganó.







Eduardo Dato.


Siendo presidente del Consejo de Ministros, los periodistas lo asediaban con preguntas sobre el papel de España en una guerra. «¿Son ustedes capaces de guardar un secreto?» - les preguntó-. Pues debo comunicarles que yo también».







Manuel Alexandre.


Cuando le preguntaron cuáles eran los placeres de la vida. el entrañable actor, de 91 años, dijo: «Lo que más me ha gustado a mi desde siempre son las mujeres y los percebes». «¿Y en qué orden?», le preguntaron. «Depende de la calidad», replicó, divertido.






Mariah Carey.


Tras bautizar uno de sus discos con la ecuación einsteniana E=mc², la cantante explicó que «la fórmula significa Emancipación es igual a Mariah Carey por dos». El matemático David Leslei le salió respondón y matizó: «Mariah se equivoca al creer "mc" se multiplica por dos. En realidad, significa al cuadrado, por lo que el título debería ser Emancipación es igual a Mariah Carey Carey».





Marcel Achard.



El comediógrafo francés solía tener sus más y sus menos con los críticos. Un día lo vieron en un restaurante con uno de los que, además, solía tratarle con menos consideración, y lo interrogaron : «Pero, ¿no estabas enfadado con él?». «Sí, y lo estoy». «Y coméis juntos?». «Es que él no lo sabe y, como voy a estrenar pronto, pues ¡cualquiera se lo dice!».




Eugene O´Neill.


El dramaturgo detestaba recortar sus textos, así que le sentó fatal cuando un director teatral le pidió brevedad en su drama a «Ah, wilderness!». Finalmente, O´Neill lo llamó y le dijo: «He suprimido 15 minutos». «¡Asombroso! -replicó Crouse-. Estoy deseando conocer la nueva versión». «No he cortado nada -sentenció O'Neill-. La obra tenía cuatro actos y los he fundido en uno. Así ganamos los 15 minutos de entreactos».





Mademoiselle Clairon.



En los últimos meses de su vida, salió a pasear y se topó con uno de sus admiradores, que le recordó que, a su edad, vivir en un cuarto piso era excesivo. La dama sonrió y exclamó: «¡Qué quiere, es el único sistema que me queda para hacer latir el corazón de mis amigos!».






Frederick Loewe.


El compositor estaba en Londres con su flamante Rolls-Royce cuando se encontró a un colega apasionado por los coches. Loewe le pidió a su chófer que le mostrase el motor, pero el conductor se negó en rotundo. «Jamás levantamos el capó de un Rolls-Royce en la calle -le dijo, indignado por la sugerencia-. Alguien podría pensar que se ha averiado».

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