Los Juegos de la XII Olimpiada, previstos para el año 1940, habían suscitado una enorme expectación. Desde 1935 habían presentado su candidatura una decena de ciudades, entre las que sobresalían Tokio, Helsinki, Londres, etc.
El 31 de julio de 1936, en Berlín, fue elegida Tokio, a pesar de la oposición de algunas naciones europeas, asustadas por la duración del viaje en una época en que la aviación aún no había conquistado el cielo. Pero esta candidatura poco duró, ya que en 1937 el estallido de la guerra chino-japonesa lo trastocó todo.
El conde Soyoshima, delegado de Japón, retiró oficialmente la candidatura de Tokio. El Comite Olímpico Internacional se reunió con urgencia y eligió entonces a Helsinki, que en las elecciones había quedado en segundo lugar.
Helsinki se puso, pues, a la obra y construyó a una velocidad récord el estadio que serviría para los juegos. Lástima que no fueron para 1940, sino para 1952, doce años después, ya que la Segunda Guerra Mundial abrió no solo un paréntesis de tiempo entre juego y juego, sino también heridas que solo el tiempo y la voluntad de una nueva humanidad pueden curar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario