jueves, 26 de noviembre de 2015

Inventos

El ibuprofeno.
Se acaban de cumplir 50 años del descubrimiento de este fármaco, que fue desarrollado por el británico Stewart Adams y su equipo. En 1969 se aprobó su uso para tratar la artritis reumatoide, aunque Adams prosiguió experimentando en su propia persona si servía para combatir la resaca. Con el tiempo, el ibuprofeno se ha convertido en el analgésico más utilizado, del que se calcula que, a lo largo del 2011, se vendieron 89 millones de envases en España.

La bolsa de papel.
A mediados del siglo XIX, Margaret Knigh trabajaba en una fábrica de bolsas de papel tipo sobre. Eran poco prácticas y a esta norteamericana se le ocurrió una innovación definitiva: ponerle un fondo cuadrado para aumentar su capacidad y resistencia.

La brillantina.
Este producto de peluquería nació a finales de los años 20 en Inglaterra para despejar de cualquier cabello molesto las frentes de los soldados y, posteriormente, se convirtió en el símbolo de la virilidad y la elegancia masculina por excelencia. La más conocida Brylcreem, estaba hecha a base de agua, aceites minerales y cera virgen y se puso tan de moda en 1939 que a los pilotos de la Royal Air Force les apodaban «los Brylcreem Boys» porque ninguno se subía a su avión sin el pelo perfecto.

El botijo.
Lo empezaron a fabricar los artesanos ceramistas de la Península Ibérica en el año 1.800 a.C. por pura supervivencia, ya que, tras una dura jornada con el campo, necesitan mantener el agua fría, y siguen siendo tremendamente útiles.

El exprimidor Juicy Salif.
Se le ocurrió al diseñador francés Philippe Starck en 1988, mientras cenaba en una pizzería de la isla de Capri. Utilizó el salvamanteles para dibujar hasta dar con la definitiva y el primer año llegó a vender 100.000 unidades. Curiosamente, muchos de los compradores confesaban que no era práctico, pero que les quedaba genial como «escultura» en la cocina.

La silla de dos patas.
El holandés Mart Stam diseñó esta novedosa silla para amueblar unas modernas casas unifamiliares en Stutgart. En ellas, la estructura de tubo de acero se apoyaba sobre las patas delanteras, las cuales, al llegar al suelo, se doblaban formando una base estable. Fue se esposa quien le comentó a Stam lo bonitas que eran las tuberías de gas que se usaban entonces. De hecho, el prototipo de Stam era con tubo estandarizado y piezas de fontanería de la época.

El anzuelo.
Se trata de uno de los inventos claves para la Humanidad porque, gracias a él, nuestros ancestros empezaron a alimentarse con pescado. Los más antiguos datan del año 35.000 a.C. y estaban hechos de madera, huesos, conchas o cualquier otro material que, por su color o por su brillo, atrajera a los peces.

El agua mineral negra.
La marca canadiense BLK ha empezado a comercializar una novedosa agua mineral sin gas de color negro que aseguran que es natural cien por cien. Pero, entonces, ¿cómo consiguen que sea negra? Porque está fusionada con ácido fúlvico, un antioxidante natural proveniente del humus y que, además, aporta 77 minerales y electrolitos esenciales para la salud al facilitar la absorción de nutrientes.

Las havaianas.
Este tipo de chancla se inventó en 1962 basándose en las antiguas Zori, un calzado japonés con una suela a base de granos de arroz compactados que, hoy en día, se fabrica exclusivamente de caucho para que sean antideslizantes, resistentes y ligeras. Desde su nacimiento se han vendido más de seis billones de pares en todo el mundo.

El tensiómetro.
Aunque ahora es algo tan útil como inocuo, en 1727 era una práctica de altísimo riego, ya que Stephen Hales medía el nivel que alcanzaba la sangre en una probeta conectándola directamente a una arteria. El clásico tensiómetro manual -que aún se usa- lo inventó Scipione Riva-Rocci en 1896.

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