jueves, 10 de enero de 2013

Gente rara...!


En algunas culturas de la antigüedad se solía enterrar a personas vivas en los cimientos de las futuras construcciones, para proteger el edificio de posibles infortunios. Cuentan que, cuando fue levantada la ciudad de Tavoy, en el sur de Birmania, colocaron un delincuentes en el hoyo de cada poste, para alejar a los malos espíritus. Este rito también fue utilizado por los druidas.








Antes de cada batalla, los centuriones romanos se hacían la manicura y se depilaban el vello de las piernas












Algunos patricios romanos como Craso, César y Pompeyo, tenían fortunas personales que se acercaban al presupuesto anual militar del Imperio, estimado en 500 millones de sestercios. En la actualidad, la mayor fortuna individual de los Estados Unidos no se aproxima ni de lejos al presupuesto militar de este país.





La mujeres de los indios Pies Negros, originarios de la actual región canadiense de Edmonton, mostraban su luto por un familiar cortándose el pelo muy corto. Si el fallecido era el marido o un hijo -no una hija-, no sólo se cortaban el pelo, sino también una o más falanges de los dedos, y se desgarraban la piel de las pantorrillas.










En la España de Felipe III, los juegos de naipes estaban prohibidos por la ley. Sin embargo, eran muy populares en todas las clases sociales, e infinidad de españoles se entregaban a los mismos con gran afición... entre ellos el propio monarca.











En las primeras carreras de caballos, los jefes de las tribus del desierto africano obligaban a sus équidos a pasar días sin beber una gota de agua, para después soltarlos, sin jinete, en las proximidades de un abrevadero. El primero en llegar era el vencedor.








Hasta hace muy poco, y siguiendo la tradición hinduísta, las niñas podían ser obligadas a casarse a partir de los nueve años después de la pubertad, es decir, a los 8 ó 9 años. Esta forma de matrimonio resultaba un cruel infanticidio, como lo confirma el censo oficial del gobierno británico en la India realizado en 1921, donde se registraron 3.200.000 jóvenes muertas durante el año anterior a causa de las brutalidades sexuales a las que fueron sometidas por sus propios maridos.



Antes de la llegada de los conquistadores españoles, las victimas sacrificadas y devoradas cada año por el pueblo azteca oscilaban entre 15.000 y 250.000, según los expertos.









En la corte de Luis XV de Francia, se creó la figura del portacorbatas, un criado cuyo único cometido era abrocharle y desabrocharle la corbata al rey.











Una receta de belleza recogida en el Anangaranga, famoso libro erótico hindú, recomienda a las mujeres que se pinten el rostro con cenizas de piras funerarias, recogidas dentro de un cráneo humano.

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