miércoles, 7 de noviembre de 2012

Inventos

EL BLOG.
La primera «weblog» la creó en 1994 Justin Hall, un estudiante de la Universidad de Swarhmore que anotaba en él todo tipo de impresiones inocentes. Hoy, la «plaga» de los diarios electrónicos ha provocado que haya más de 20 millones y que la cifra se duplique cada seis meses.

LA QUINIELA.
El primer «patronato» de apuestas lo creó Manuel González Lavín en el bar Callealtera de Santander en 1929. Empezaron organizando peleas de gallos y, con el tiempo, cambiaron por apuestas de fútbol. No se trataba de una simple porra. Manuel y sus hermanos pusieron los cimientos del ya clásico «1X2» con un reglamento impreso que regulaba el reparto de premios. Una comisión de control regulaba el escrutinio.

LA HIGIENE HOSPITALARIA.      
En 1840, el estudiante húngaro de Medicina Ignaz Semmelweis observó que muchas parturientas fallecían en los hospitales aquejadas de unas fiebres que les trasmitían los propios médicos, que por entonces practicaban autopsias y ayudaban a partos sin ningún tipo de higiene entre un proceso y otro. Semmelweis propuso instalar lavabos en las salas de partos y que los doctores se lavasen con jabón o con cloro desinfectante antes de entrar a quirófano. Pero sus colegas se indignaron y le dieron la espalda. ¡Lavarse las manos! ¡Menuda mamarrachada! Sólo años después, tras demostrar Louis Pasteur la existencia de los microbios y la asepsia como único remedio para evitar las infecciones, sus tesis se tomaron con la seriedad que requerían.

EL PLÁSTICO DE BURBUJAS.
Como otros muchos inventos, fue concebido por pura casualidad por el inginiero suizo Marc Chavannes y su colega estadounidense Al Fielding. Parece que Chavannes viajaba en avión cuando se fijó en cómo las nubes parecían amortiguar el avión y recordó el plástico lleno de bolitas de aire que acababan de inventar. No tenía ningún futuro como «papel» de empapelar paredes, pero sería ideal para proteger y amortiguar los golpes en objetos frágiles. En la actualidad, la empresa que lo fabrica factura 4.000 millones de dólares y lo vende a 52 países.

EL VODKA.
Este famosísimo licor nació en Rusia hace 1.400 años y se elaboraba con productos agrícolas locales como el trigo y el centeno, de ahí que le llamasen «vino de pan». Los vodkas primitivos tenían una graduación muy alta (70º u 80º), pero eso cambió cuando, en el siglo XVIII, la emperatriz Catalina II permitió elaborarlo en las fincas de los nobles. Éstos consideraban una deshonra fabricar un alcohol mediocre, así que empezaron a destilar un vodka cristalino y de altísima calidad. La composición actual de este licor es idea del inventor de la tabla periódica de los elementos, Mendeleiev: un 45,88% de alcohol y un 54,12% de agua. Para ser perfecto, un litro debe pesar 951 gramos.

EL AGUA DE VALENCIA.
Este famoso cóctel lo inventó el gallego Constante Gil una noche de 1959 en que un grupo de clientes de su cervecería valenciana le retaron a que le ofreciese un combinado nuevo. Mezcló cava, zumo de naranja, ginebra y vodka y obtuvo una de las bebidas más populares de los años 70.

EL IMC (ÍNDICE DE MASA CORPORAL).
Esta tabla, que se usa para determinar si alguien sufre sobrepeso u obesidad y en qué grado, surgió en 1959 de mano de la aseguradora norteamericana Statist Bull Metropolitan Life Insurance Company para obtener estadísticas sobre la salud de sus socios y, de paso, modificar los precios de sus pólizas en caso de que su elevado IMC supusiera un riesgo inminente (y el consiguiente gasto de hospitalización para la empresa).

EL LIBRO GUINNESS DE LOS RÉCORDS.
Lo creó sir Hugo Beaver, gerente de la destilería de cerveza Guinness, después de mantener una discusión con unos colegas de cacería acerca del ave de presa más veloz de Europa y encontrarse con que no existían referencias claras al respecto. El primer volumen, editado el 27 de agosto de 1955 y que tenía 198 páginas, se usaba en los bares ingleses como «biblia» para todo tipo de apuestas.

EL AGUA CON SABORES.
El agua lleva ya tiempo convertida en un producto de lujo, no en vano, se pagan autenticas barbaridades por caprichos como agua de los glaciares de Canadá. Aunque lo último son las aguas de sabores. Y no hablamos de las de limón o de fresa, sino de otras con gustos mucho más estrambóticos como el agua con sabor a ostras fritas, a curry, patatas con repollo o a salmón (en la foto).

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