viernes, 23 de noviembre de 2012

Personajes del Mundo

Mozart.




El emperador austro-húngaro José II (1741-1790), tras escuchar la obra «El rapto del Serrallo», le dijo a su autor, Wolfang Amadeus Mozart: «Tiene muchas notas». «Sí, muchas -replicó Mozart- Tantas como debe tener».



Alcalá Galiano. 



En cierta ocasión, el político español Antonio Alcalá Galiano se encontró en la calle a una antigua amiga suya, la cual le dijo, con franqueza, que le hallaba muy envejecido. «Hija mía -contestó él-, no lo estás tú poco, sino que a ti te sucede como a los que se embarcan por primera vez, que cuando la nave empieza a andar, creen que lo que se va es la tierra y es que ellos no se mueven».

Alejandro Dumas. 



Un joven e inexperto novelista llevó un manuscrito a Alejandro Dumas y le pidió que colaborara con él. El escritor le respondió enfadado ante la que consideró gran desfachatez del novel: «Señor, ¿como se atreve a juntar un caballo noble con un despreciable asno?». El joven, sin inmutarse por el exabrupto del maestro, respondió: «Señor, ¿cómo se atreve a llamarme caballo?».


Rafael Molina, «El lagartijo»


En cierta ocasión, el torero se enfrentó a un astado de los que hacen historia, ya que necesitó tres estocadas para matarlo. El Lagartijo pidió que le disecaran la cabeza como si fuera un trofeo. «¿Y que hace aquí ese bicho que tan mal rato te hizo pasar?», le preguntaban sus amigos. «Lo tengo aquí "colgao" -replicaba el diestro- "pa" poder echarle "mardiciones" "tos" los días y a "toas" horas».



Teodoro de Banville. 



Insistía el poeta francés en que los «maîtres» galos eran los hombres más ingeniosos del mundo y, para convencer a un colega, le llevó a un restaurante y pidió: «Tomaremos un ala del ave fénix». El «maître», sin asomo de extrañeza, le replicó: «Lo siento, señor. La última ala de ave fénix la hemos servido hace un rato. No tendremos otra hasta mañana».



Aristide Briand. 


Una mañana, siendo ministro de Justicia, todas sus citas acababan pidiéndole favores. El último de la lista entró y Briand se abrazó a él: «¡Gracias a Dios, viene a verme un amigo sólo por el gusto de abrazarme y no para pedirme algo!». El hombre no se atrevió a «confesar» y se fue sin el favor que necesitaba.



Ferenc Molnár. 



El escritor húngaro y un amigo habían conseguido dos entradas de cortesía para una obra de teatro que resultó ser mediocre. Tras la primera escena, Molnár se levantó para irse, pero su colega le susurró: «No nos podemos ir. Somos invitados de los productores». Hizo un esfuerzo y se sentó de nuevo, pero era insoportable, y, al minuto se volvió a poner en pie. «¿Y ahora a dónde vas, Ferenc?». «A la taquilla, a comprar dos entradas desde las que nos podamos ir».



Eric Massa. 


El demócrata ha denunciado a Rahn Emanuel, el poderoso secretario general de la Casa Blanca, por acorralarlo en los vestuarios del gimnasio del Congreso para reprocharle que no apoyase a Obama y su reforma sanitaria. «Estaba bajo la ducha, desnudo, y llega Rahn Emanuel gritando y apuntándome con su dedo índice contra el pecho. ¿Se imaginan lo incómodo que es tener una discusión política con un hombre desnudo?».


Lord Rochester. 



Siguiendo su línea escéptica y algo cínica de ver la vida, el escritor solía decir: «Antes de casarme tenía seis teorías sobre como educar a los niños. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría»

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