miércoles, 28 de octubre de 2015

Increíble... pero cierto

Jim Brady, un próspero comerciante de equipos de ferrocarril que vivió en Estados Unidos durante el siglo XIX, tenía un apetito tan descomunal como su fortuna: su desayuno consistía en un filete, huevos, chuletas, patatas, tortitas, maíz, pan de maíz y panecillos.
Para almorzar tomaba una bandeja de almejas, otra de ostras, otro filete, una langosta, ensalada, pastel de fruta y casi una caja entera de bombones. En 1912, con 56 años, ingresó en el hospital para ser operado de cálculos biliares. Hubo que hacerle una cama y una mesa de operaciones adecuadas a su gordura. Los cirujanos no pudieron operarle: las capas de grasa de su cuerpo impedían llegar a su estomago, que era seis veces más grande de lo normal. Brady murió cinco años más tarde.





El tabaco puede ser de origen sudamericano, pero el cigarrillo se inventó en Sevilla. En el siglo XVI, los nobles fumaban cigarros, y tiraban las colillas a las calles. Los pobres las recogían, machacaban el tabaco, y lo envolvían en láminas del papel para poder fumarlo.











Además de orientarse en la navegación mediante el Sol y las estrellas, los antiguos vikingos tenían una curiosa brújula para los días nublados: la piedra solar. Ésta no era sino un cristal de cordierita, material que tiene la propiedad de cambiar del color amarillo al azul oscuro cuando se orienta en sentido perpendicular al plano de la luz polarizada por la atmósfera. Orientando adecuadamente la piedra, los navegantes vikingos lograban deducir la posición del Sol.




El canto estriado de las monedas se originó como un sistema de seguridad. Antes de la aparición de los billetes de banco, las monedas se fabricaban en metales nobles, como oro y plata, y algunas personas las limaban un poco por los bordes, para vender después el polvillo obtenido. Las estrías en el canto eran una manera de asegurarse de que la moneda no había sido limada.









El café tuvo probablemente su origen en el siglo IX en Etiopía, y se hizo muy popular por sus efectos estimulantes. Pero, durante cuatro siglo, sus consumidores se limitaban a masticar los grano. No fue hasta el siglo XIII cuando los árabes decidieron cocerlos y beber el líquido resultante.






Los zapatos puntiagudos llamados polainas, que estuvieron de moda en Europa hasta finales del siglo XV, llegaron a tener tal longitud que Felipe IV de Francia decidió ordenar medidas concretas para cada estirpe social. Los puntos de más de sesenta centímetros de largo sólo podían ser llevados por los príncipes.











La mexicana Lucía Zárate pesaba a los 18 años alrededor de 2 kilos.












El sensual movimiento de caderas que efectúan las mujeres al andar se debe más que nada a razones fisiológicas que estéticas. Las mujeres tienen la pelvis más ancha que los hombres, debido al canal del parto; es esta mayor anchura de sus cadera lo que hace que tengan que girar más a cada paso.












El Rey Sol, Luis XIV de Francia, nació con dos dientes.
















Algunos cálculos de riñón son tan grandes como el huevo de un pavo y tan duros como el pedernal.

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