miércoles, 28 de octubre de 2015

Curiosidades

La forma de los croissants es una venganza contra los turcos. Estos bollos fueron creados en 1683 por
los pasteleros vieneses, después de que la ciudad hubiera resistido con éxito el asedio de aquellos. El
croissant recuerda el emblema de la bandera turca y, cuando los habitantes de Viena los comían, era como si estuvieran devorando personalmente a sus agresores.

El caballero de Lamarck (1744-1829), apasionado por los temas de la evolución de los seres vivos, llegó a afirmar que, si se sacase un ojo a los recién nacidos y se les dejara reproducirse entre ellos, al cabo del tiempo se lograría obtener una raza con un sólo ojo. Esta idea le llevó a efectuar cientos de experimentos con ratas, pero lógicamente jamás logró crear un cíclope roedor.

Aristóteles afirmó que los objetos se aceleran al caer, porque se vuelven más jubilosos al aproximarse a la Tierra.

Los médicos griegos y medievales creían que el esperma se formaba en el cerebro.

En un gran lago de Bélgica se vio una bandada de libélulas que abarcaba una extensión de 170 kilómetros cuadrados. A su paso por Amberes la nube de insectos interrumpió el tráfico durante horas.

El pez abisal Chauliodus, que vive a una profundidad de 2.200 metros, tiene en el interior de la boca una especie de letrero luminoso con 350 puntos de luz, con los que atrae a sus presas.

Un ciudadano canadiense conocido sólo como George fue, probablemente, la primera persona en practicarse a sí mismo una lobotomía, operación que consiste en cortar ciertas fibras del lóbulo frontal del cerebro. Deprimido por padecer una manía obsesiva que le hacía comprobar continuamente si las cosas estaban en su sitio, las ventanas cerradas y su cartera en el bolsillo, decidió suicidarse disparándose un tiro en la boca. La bala no le mató, pero penetró en el lóbulo frontal izquierdo de su cerebro. Cuando se recuperó de la herida, estaba en posesión de todas sus facultades mentales, y curado de su obsesión.

Para controlar la natalidad en el antiguo Egipto, mezclaban excrementos de cocodrilo con una pasta especial, e insertaban la mezcla en la vagina de la mujer, donde impedía el paso de esperma.

Las espadas fabricadas en la Edad Media en la ciudad de Damasco eran especialmente apreciadas por su dureza y resistencia, lo que se debía a su proceso de templado: los fabricantes introducían la hoja al rojo vivo en el cuerpo de un prisionero, y después la sumergían en agua helada.

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