Una japonesa le reclamó a Street View (Google) 5.450 euros por mostrar el balcón de su casa, donde tenía unas braguitas tendidas.
Un análisis con un espectrómetro especial ha descubierto la clave del «sfumato» de la Mona Lisa: Da Vinci aplicaba hasta 30 capas de pintura para conseguir ese defecto.
Los rusos celebran el año nuevo en dos fechas distintas: si son católicos lo hacen el 1 de enero; mientras que los ortodoxos lo hacen 13 días más tarde.
En Italia sustituyen el tradicional abeto por un «ceppo», una pirámide con estantes de madera en la que colocan adornos y poemas navideños.
Los italianos fueron los primeros en recibir el nuevo año con lencería roja.
La ponsettia es la maceta con flores más popular del mundo.
Los calendarios empezaron siendo estampas clásicas, paisajes o bodegones. Pero hoy hay de todo. ¡Incluso de perro surfistas! Los beneficios de éste irán a parar a un refigio canino.
Antes de existir el papel higiénico, los antiguos romanos se limpiaban con esponjas atadas a un palo y empapadas en agua salada.
La publicidad en Internet mueve en Europa alrededor de unos 20.000 millones de euros al año.
Los enanitos de Blancanieves tienen cuatro dedos en cada mano, la marca de Walt Disney, igual que sus «hermanos» Mickey y Goofy.
A los hombres chinos les excitan los pies pequeños; a los africanos, las nalgas y a los japoneses, las nucas. Entre los varones occidentales hay quorum: los pechos femeninos.
Un joven estadounidense fue a la Policía para denunciar que le habían vendido una marihuana «asquerosa». Se librará del cargo de posesión de droga porque lo que fumaba no era ni siquiera «maría».
Un pastelero de Filadelfía (EEUU) ha elaborado una tarta de 1.800 calorías... ¡por ración! Lleva calabaza, manzana, chocolate, vainilla... y está rellena con crema de mantequilla. Tanto tarda en hacerla que sólo se vende una al día.
Un control médico rutinario descubrió que Xu Fangyao, de 86 años, llevaba seis décadas con una bala de la guerra de Corea alojada en el cráneo.
Una enorme silla de 4 metros ha aparecido en la cima del monte A Torre, como invitando a los pontevedreses a disfrutar de su ría.
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