El cuaderno.
Sus orígenes se remontan a la antigüedad, cuando se confeccionaba doblando una hoja grande en cuatro partes. De ahí su nombre, «quaternum», cuyo significado es «cuadrúplo». Aunque los más modernos, se los debemos al australiano Birchall que, en 1920, les incluyó una tapa de cartulina. A partir de entonces, los hay de todos los colores y formatos.
La gorra.
En 1870, y tras perder un importante torneo de bádminton a causa de una insolación. Juan Carlos Gorriti se obcecó en encontrar una solución para protegerse del sol en momento de calor. Un año después, volvió a participar en el torneo ataviado con un trapo de color verde en su cabeza gracias al que pudo ganar el juego.
El dedal.
Antiguamente era una de las piezas clave del ajuar femenino, ya fuese de hueso, marfil, bronce o, incluso, madera. Y no sólo servía para evitar pinchazos con la aguja: a algunos se les incorporaba un pequeño ganchito que los hacía ideales para comer aceitunas. En la Edad Media surgieron los famosos dedales árabes españoles, de bronce y forma cilíndrica. Llegaron a tener tanto valor que, en los siglos XVI y XVII, las casas reales rivalizaban en la adquisición de las piezas más singulares.
El ganchillo.
Aunque en algunas excavaciones arqueológicas se han encontrado agujas y tejidos similares, el ganchillo (o crochet) como lo conocemos actualmente se remonta a la Italia del siglo XVI, cuando las monjas empezaron a utilizar este método para elaborar prendas eclesiásticas. Su uso se fue extendiendo porque constituía un sustituto muy económico del encaje.
La Quiche Lorraine.
La primera de estas tartas saladas fue elaborada en el siglo XVI en la región francesa de Lorena. Su nombre se deriva de «küchen», que en dialecto de la zona significa «pastel». En un principio, su relleno se limitaba a los huevos y la nata fresca o la crema de leche. Posteriormente, se le fueron añadiendo ingredientes como el bacon y el queso. Hoy en día, en su preparación se incluyen todo tipo de alimentos.
La mantequilla de cacahuete.
Las primeras cremas de maní las elaboraron las antiguas civilizaciones mayas y aztecas como base para preparar salsas, aunque no fue hasta 1893 cuando el doctor John Harvey Kellogg y su hermano, Will Keith, patentaron dicha mantequilla en el Battle Creek Sanitarium de Michigan (EEUU) para consumir sobre pan.
La vajilla.
Los babilonios fueron los primeros en fabricar loza hace 4.000 años, pero el concepto de vajilla no surgió hasta que Cleopatra le regaló a Marco Antonio una de oro y plata que había utilizado para agasajarlo con un suntuoso banquete. En la España de Cervantes, la vajilla seguía siendo un articulo de lujo y continuó siéndolo hasta hasta que, en 1698, se descubrió en Sajonia el primer yacimiento de caolín en Europa (el mineral con el que se fabrica la porcelana).
Los raviolis.
Aunque mucha gente piensa que es un plato típicamente italiano, hay que buscar su origen en los jiaozi, importados desde China por Marco Polo en alguno de sus viajes. A diferencia de los actuales, los primeros raviolis eran de forma redonda e, igualmente, rellenos.
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