Russell Crowe.
En el rodaje de «Gladiator», el actor pasó 12 días en compañía de unos tigres poco dados a obedecer órdenes y con bastante mal genio. El día número 13, mientras descansaba, recibió una nota del director , Ridley Scott, que le pedía que no aprovechase para jugar a fútbol porque no podían permitirse el lujo de lesionarse. Ofendido, el actor le respondió con otra nota: «¿Puedo bregar con cuatro tigres, pero no puedo jugar al fútbol?» A tomar viento. Con amor, Russell».
Charles Camille Saint-Saêns.
Cuentan que acudió a él un joven músico para que valorase una de sus composiciones. Pero resultó ser una vulgar copia de «El cisne», escrita por el mismísimo Saint-Saêns. Tras finalizar, el muchacho le preguntó: «¿Cómo la titularía, maestro?», «La oca», replicó él, sin inmutarse.
Christina Aguilera.
En una fiesta, se le acercó el golfista Tiger Woods y le dijo, con amabilidad: «Vaya, Christina, ¡qué alegría conocerte! Me encanta tu música. De hecho, tengo todos tus CDs...», «Lo siento -le cortó ella-, pero yo no soy muy aficionada al tenis, así que no sé gran cosa de ti».
Winston Churchill.
El eminente político británico sentía auténtica devoción por Rufus, un precioso caniche. Un día, Churchill estaba viendo la película «Oliver Twist» con Rufus en su regazo y, en determinado momento, uno de los personajes estaba a punto de ahogar a su perro para despistar a la policía que le seguía los pasos. Para evitarle la violenta escena al animal, el estadista le tapó los ojos con una mano y le dijo: «No mires ahora, querido. Ya te lo contaré después».
Agustín de Foxá.
Un diplomático de EE.UU. le reprochó al escritor su antiamericanismo militante diciéndole: «Ustedes critican a los estadounidenses pero no les importa recibir los dólares de la ayuda». A lo que el novelista respondió: «También nos gusta el jamón y no nos tratamos con los cerdos».
No hay comentarios:
Publicar un comentario