La Taquigrafía.
Esta técnica de transcripción ya se utilizaba en la antigua Grecia («takis» significa rápido y «graphos», escritura). Cayó en desuso en la Edad Media y no se recuperó hasta la Inglaterra de finales del siglo XVI. En España, se emplea en las sesiones parlamentarias desde el año 1800.
Los libros de bolsillo.
Nacieron de la mano de Allen Lane, director de la editorial «The Bodley Head» cuando, un día de 1935, tuvo que viajar a Devon a entrevistarse con Agatha Christie y quiso comprarse algo para leer durante el trayecto. En el quiosco sólo había diarios, revistas y gruesos libros victorianos imposibles de transportar. Así que ideó un tipo de libro tipo cajetilla de tabaco, fácil de transportar y de guardar. De ahí nacieron los Penguin Books (libros pingüinos), los pioneros.
Las herraduras.
Las primeras notas sobre herraduras de clavos aparecen en manuscritos latinos y bizantinos del año 900, pero existe constancia de que los antiguos romanos ya calzaban a los caballos heridos con una especie de zapato de hierro para ayudarles a regresar a casa. En Extremo Oriente, las herraduras no se empezaron a fabricar hasta el siglo XVIII.
Los pañales vaqueros.
Una conocida firma de pañales lanzó una simpática edición limitada cuyo estampado simula un pantalón tejano. Empezaron vendiéndolos en Israel en el año 2007 y tuvieron tanto éxito que, desde entonces, los bebés más «fashion victims» de Rusia, Corea del Sur, México o Singapur aprovechan los calores del verano para ir fresquitos sólo con el pañal. Pero eso sí, con uno de diseño mejor todavía..
La televisión de pago.
El padre del famoso «pay per view» es H. William Sargent hijo, empresario del espectáculo aficionado a los inventos electrónicos con más de 400 patentes en su haber. Su primer millón de dólares lo ganó instalando sistemas de megafonía en escuelas y hoteles, aunque se hizo popular en 1962, tras emitir en circuito cerrado, en salas de cine de todo el país, el combate de boxeo entre Cassius Clay y George Logan.
La Broca.
Fue el primer objeto fabricado por el ingeniero norteamericano Winslow Taylor (1897) con acero frío y wolframio, una aleación capaz de soportar la utilización continuada y las altas temperaturas con un desgaste mínimo.
El libro guinness de los récords.
Lo creó sir Hugo Beaver, gerente de las destilería de cerveza Guinness, después de mantener una discusión con unos colegas de cacería acerca del ave de presa más veloz de Europa y encontrarse con que no existían referencias claras al respecto. El primer volumen, editado el 27 de agosto de 1955 y que tenía 198 páginas, se usaba en los bares ingleses como «biblia» para todo tipo de apuestas.
El agua con sabores.
El agua lleva ya tiempo convertida en un producto de lujo, no en vano, se pagan auténticas barbaridades por caprichos como agua de los glaciares de Canadá. Aunque lo último son las aguas de sabores. Y no hablamos de las de limón o fresa, sino de otras con gustos mucho más estrambóticos como el agua con sabor a ostras fritas, a curry o a patatas con repollo.
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