El «Spa».
A pesar de que en Bélgica hay una localidad con ese nombre famosa por sus baños desde la época de los antiguos romanos, hay quienes creen que «spa» (balneario) procede del acrónimo «salus per acquam» (salud a través del agua).
La pila de agua bendita «anticontagios».
El italiano Luciano Marabese concibió este particular dispensador en el año 2000 mientras charlaba con unos amigos en su restaurante de Milán. A muchos de ellos les daba reparo meter las manos en la misma pila de agua bendita, así que lo ideal sería un dispensador. La iglesia de Fonaci di Briosco tiene uno desde 2005, aunque esta novedosa pila aún no está en el mercado. Marabese presume de que su parroquia «es el único templo del mundo inmune a la Gripe A».
La cocina económica.
Las más «caseras» existen desde hace cuatro siglos y estaban formadas por una cámara construida con ladrillos y una superficie que la cubría y en la que se ponían cacharros para calentar agua. En 1630, el británico John Sibthrope patentó una versión metálica alimentada por carbón, aunque la idea de cocinar los alimentos sobre un fuego encerrado en vez de sobre llamas tardó en llegar. Y en 1802, George Bodley, un británico que se dedicaba a la fundición de hierro colado que calentaba de forma uniforme.
Los trolls.
Estos simpáticos muñequitos surgieron en 1959, cuando un leñador danés Thomas Dam le talló uno a su hija en madera como regalo de cumpleaños porque su maltrecha economía le impedía comprarle algo. Dam se inspiró en una vieja leyenda escandinava que dice que tener un troll en casa da buena suerte. Y, ciertamente, se la dio. El muñeco tuvo tal éxito en su entorno que pronto toda su familia tuvo que ayudarle a tallar más. Las ventas se dispararon en los años 60, abrieron una fábrica, cambiaron la madera por el plástico y arrasaron.
Los helados para perros.
Un equipo de científicos encabezados por el chef Ceric Nale han diseñado los primeros sorbetes caninos. Uno de ellos es de jamón y pollo con crocanti de galletas para perros y el otro, de galletas caninas con «topping» de huesos, todo ello, en un rico cucurucho.
Los decenarios.
las pulseras que tan de moda ha puesto Sara Carbonero en el Mundial se llaman decenarios y están elaboradas con hilos de todos los colores. Se usan desde hace siglos a modo de pequeños rosarios -para controlar lo que se reza- y están formados por 10 cuentas pequeñas y rematados por una cruz o una sortija que sirve para llevarlos cogidos de un dedo.
La caja negra.
La clave para averiguar qué sucedió en cualquier tragedia aérea está en la caja negra del aparato, inventada por el ingeniero aeronáutico David Warren a mediados del siglo pasado a raíz del misterioso accidente del primer gran avión comercial, el Comet. en 1953. «Si hubiera habido una grabadora en el avión, la hubiéramos encontrado y escuchado, ahora podríamos decir: "Sabemos qué causó esto"», se dijo entonces el australiano. Y construyó el primer prototipo con dos grabadoras de bolsillo que encontró en una feria comercial.
Los esquís.
Los más antiguos de los que se tiene constancia son unas piezas de madera de medidas similares a los actuales pero con 5.000 años de antigüedad. Servían para mantenerse sobre la nieve en los duros inviernos suecos, en lugar de hundirse en ella.
El acondicionador de cabello.
Ya en el años 3.000 a.C., los antiguos griegos preparaban lociones a base de ceras, aceites (de semillas o de avellanas) y extractos de plantas para tener un pelo más suave y sedoso. Más adelante, cada cultura ideó sus propios trucos como el uso del áloe en Filipinas, el aceite de oliva en la zona mediterránea o la mantequilla Shea en África. En 1949, surgió el acondicionador como tal y, aunque las primeras fórmulas dejaban el cabello apelmazado, ha acabado siendo un producto de peluquería imprescindible.
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