domingo, 4 de septiembre de 2022

EL GATO DE LA SUERTE.

Cuenta la leyenda que el «manekineko» surgió en el siglo XVII, cuando un viejo monje y su gata a manchas eran los únicos inquilinos del templo budista Gotokuji (Tokio), semidestruido y con graves problemas económicos. Un día de tormenta pasó por allí un hombre muy rico que se refugió frente a un árbol  que había justo delante. Entonces le pareció que, dentro del templo un gato movía una pata como si le llamase y, atraído por aquel singular gesto, abandonó su refugio improvisado justo antes de que un rayo partiera aquel árbol en dos. Agradecido, el hombre donó dinero suficiente como para rehabilitar y abrir el templo y el gato quedó como símbolo de suerte. No saluda con la pata. Da la bienvenida.


LA TUERCA.

Aunque parezca un invento actual, ya se utilizaba tuercas y tornillos en el antiguo Egipto, en torno al año 2500 a. C., para fijar piezas metálicas. Parece que fue Arquimedes quien ideo tanto la tuerca como el tornillo (inicialmente elaborados de madera), aunque por aquel entonces debían de ser un producto muy apreciado, ya que se elaboraban a mano, uno a uno.


LAS PASTILLAS DE MAL ALIENTO.

Hoy en día hay multitud de marcas, pero las primeras ideadas para combatir la halitosis existen desde los egipcios, que las elaboraban a base de menta. Como vieron que la hierba no era suficiente, les añadieron incienso, canela, menta y miel hirviendo, lo que servía, además, para darles forma.


EL SNOWBOARD.

Este deporte de invierno nació hace más de 150 años en Turquía aunque, por aquel entonces. se «surfeaba» en la nieve con un cordel y un palo a modo de timón para controlar la dirección de un cuadrado de madera (lo que se conoce como «lazboard»). Las tablas actuales surgieron en 1965, cuando el ingeniero Sherman Poppen juntó dos esquís y le agregó un cordel en la punta para jugar en la nieve con su hija. Le llamo «snurfer», juntando los conceptos de «surf» y «snow» (nieve), y causó tal sensación entre los compañeros de la clase de la niña que decidió patentarlo. En 1977, el estadounidense Jake Burton, un apasionado del «surfing», acabó de perfeccionar el invento con una fijaciones que lo amarraban a la tabla.


EL PETIT-SUISSE.

A pesar de llamarse «pequeño suizo», este queso fresco es de origen francés, concretamente de la región de Normandía donde, en la década de 1850, un empleado suizo de una empresa láctea sugirió añadir nata para enriquecer la cuajada que se empleaba para elaborar quesos. Originariamente, el «suisse» -como se le llamaba entonces- se vendía envuelto en un papel fino y empaquetado en cajas de madera con seis unidades cada una.


LAS CÁPSULAS.

 Surgieron en la primera mitad del siglo XIX, cuando al farmacéutico francés Mothes se le ocurrió intentar enmascarar el mal sabor de algunos medicamentos metiéndolos en unas ampollas de gelatina. En 1873, otro galo, Taetz, introdujo la glicerina para hacerlas más fácilmente deglutibles. Fueron todo un éxito.


EL TRANVÍA.

Los primeros, en 1775, los inventó John Outram e iban tirados por caballos. Comenzaron a alimentarse de electricidad en el Berlín de 1879 aunque, al principio, era un medio de transporte peligroso, ya que los cables de corriente estaban en los railes y el riesgo de electrocución era considerable.


LAS «ELABORINAS».

El descubrimiento más reciente del cocinero Firo Vázquez son estas harinas logradas a partir de platos completos -un bacalao a la salsa verde, un rabo de toro, fabada asturiana, etc.- perfectas para preparar churros, panes, bizcochos y croquetas, entre otras masas. Además de ser un elemento culinario novedoso, las «elaborinas» saben al guiso pero mantienen los nutrientes del plato original.


EL «SUNDAE».

Este exquisito helado, que se caracteriza por llevar una base de crema con un «topping» de caramelo, chocolate o fresa, acaba de cumplir 119 años. Cuentan que nació en Ithaca (Nueva York) en 1892, cuando el reverendo John M. Scott a la tienda Platt & Colt, como hacía cada día después del servicio religioso, pero, en lugar de su habitual helado de vainilla, Chester Platt le sirvió al reverendo un helado de crema dentro de una copa de champán y lo remató con salsa de cerezas y una guinda en almíbar. Conquistado por el plato, el reverendo Scott y el señor Platt decidieron que bautizarían el nuevo postre como el día en el que lo habían tomado por primera vez: Sunday (domingo, en inglés). El término ha ido evolucionando, pero el «sundae» sigue estando igual de rico.


LA BAGUETTE.

Aunque muchos atribuyen su origen al pan vienés que se hacía en Francia en 1830, su invención se debe a una ley francesa que obligaba a los panaderos a trabajar a partir de las 4 a.m. Como no les daba tiempo a cocer sus clásicas barras anchas, empezaron a cocinar unas mucho más estrechas a base de harina, agua, sal y levadura, famosas por sus cinco cortes -hechos siempre con hojas de navaja- que dejan escapar el gas carbónico durante el horneado y le confieren esa característica superficie crujiente.


EL GATO ELEVADOR.

En el año 1250, el arquitecto francés Villar de Honnecourt ya hablaba de algo similar a un gato elevador fácilmente transportable y que se accionaba manualmente. Pero el gato actual no empezó a utilizarse hasta 1840, en Flandes, para cambiar las ruedas de los carruajes.

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