lunes, 21 de enero de 2013

Aunque parezca mentira, fue....real!



En 1906 debutó como disciplina olímpica el duelo de pistolas. Aunque, eso sí, los concursantes no se disparaban unos a otros, sino a un maniquí elegantemente vestido con levita.






Hoy en día todo está en venta. Y, si no, que se lo pregunten a Lori N., quien ofrece su alma «poco usada» en un popular portal de subastas por 1.640 euros. Curiosamente, el anuncio ha recibido miles de visitas.






En los JJOO de San Luis 1904, un atleta acabó el maratón con un tiempo increíble. Había hecho parte del trayecto en coche.







Una empresa británica nos ofrece la posibilidad de ser inmortales convirtiendo nuestras cenizas mortuorias en discos de vinilo en los que, además, se puede grabar lo que cada cual desee. Polvo eres... música serás.





A lo largo de la historia ha habido deportes olímpicos rarísimos: tiro al pichón, escalar una cuerda, natación sincronizada individual, carreras de lanchas de motor, criquet y hasta juegos malabares.




El peluquero chino Tian Hao se ha hecho famoso por cortar el pelo a sus clientes ¡con los ojos cerrados! Asegura que se trata de una técnica milenaria de meditación Zen con la que «siente» el aura del cabello y lo corta sin siquiera tocar la cabeza de sus clientes. Eso sí, si quieren probarlo, preparen 500 euros.




Sólo hay una disciplina olímpica donde hombre y mujeres compiten entre sí y en iguales condiciones: la equitación. También es la única donde se compite con un animal.







Los últimos estudios apuntan a que el 18% de los gases de efecto invernadero provienen del ganado doméstico. De ahí que países como Dinamarca e Irlanda estén barajando poner un impuesto a las flatulencias de las vacas




La ninfómana de Múnich, contraataca de nuevo. Esta vez, la policía alemana encontró a un hombre llorando en el portal de su casa, y éste le explicó que había sido sometido a un calvario de 36 horas de sexo. Al parecer la víctima logró zafarse de su acosadora cuando está se quedó dormida, pero estaba tan débil que ni siquiera pudo huir.





Hay quienes no tienen claro para qué sirven los 911. Como Robert McLennon, de Connecticut, quien llamó al servicio de emergencias para quejarse por un sándwich mal preparado.

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