lunes, 24 de diciembre de 2012

Inventos

La balsa salvavidas.

Aunque las balsas existen desde hace miles de años, la primera patente de balsa salvavidas es de 1882 y está a nombre de una mujer, María Beaseley, a quien, por desgracia, no se tomaron en serio hasta después del hundimientos del «Titanic», que sólo contaba con algunos botes rígidos para más de 2000 personas que iban en él.


Los cruceros.
En el 2000 a.C., Cleopatra solía utilizar las tranquilas aguas del Nilo para viajar a Atenas disfrutando del paisaje y se sabe que los antiguos romanos solían efectuar cruceros de placer por el Mediterráneo. Pero el primer crucero moderno data de 1844, cuando la English Shipping Company de Londres organizó un viaje turístico por aguas mediterráneas en el vapor de madera «Lady Mary Wood» de 553 toneladas.

La pimienta.




Existe en la India desde tiempos inmemoriales y llegó a Europa hace 2.500 años. Por aquel entonces era tan apreciada que los antiguos griegos y romanos recaudaban impuestos en pimienta y, ya en la Edad Media, era una de las especias que se ofrecía como dote en los matrimonios.





El papel de Armenia.

Su historia se remonta a 1885, cuando el francés Auguste Ponsot viajó hasta Armenia, observó que allí utilizaban oleorresina de benjuí para desinfectar y perfumar sus casas y decidió trasladar el mismo principio a un papel absorbente creando una fórmula secreta que, a menudo, se compara con la de la Coca-Cola, ya que ha sido imposible de copiar. Durante años, se usó en Europa como purificador de aire para luchar contra el cólera y el tifus y, hoy, estos libritos se utilizan como ambientador.

El conejo de Pascua.


Cuenta una leyenda que nació por pura casualidad hace muchísimos años cuando una mujer pintaba huevos para sus hijos en la Pascua y los escondió en nidos de pájaros. Los niños los encontraron (suponemos que estaban en un nido bajo) pero, al ir a cogerlos, salió del mismo lugar un conejito y los pequeños, es su inocencia, creyeron que el simpático animal era quien había dejado los huevos.






Los centros comerciales.


Fue el emperador Trajano quien, hace casi 2.000 años, encargó al arquitecto Apolodoro de Damasco la construcción en Roma de un gran espacio cerrado donde encontrar todo lo que se pudiese comprar. Tenía seis plantas: en las inferiores se ubicaban 150 tiendas y, en las altas, oficinas, como en muchos centros comerciales de la actualidad.

Los calzoncillos antiolores.

Tomando como modelo una manta fabricada con un tejido que absorbe el olor y disimula los gases ofensivos, una empresa de ropa interior ha creado calzoncillos «antiventosidades». El milagro lo consiguen gracias a la nanotecnología de sus fibras, que atrae, aísla y neutraliza los gases «nocivos» en el tejido e impide su paso al exterior. Eso sí, la propia empresa recuerda a sus clientes que sus prendas no insonorizan.

Las tiendas de campaña.

Hace 40.000 años, en la Moldavia rusa se construían tiendas con huesos de mamut y pieles y, aunque han ido evolucionando, siempre han tenido el mismo uso: como albergue provisional. Curiosamente, en los ejércitos europeos su uso es bastante nuevo ya que, hasta la época de Luis XIV de Francia, sólo los oficiales superiores se alojaban en ellas.


Las pasas.

La primera vez que se las nombra en un documento escrito es en el «Tratado de Ginecología» escrito en el siglo V a.C. por Hipócrates: «Si después del parto la paciente no retiene los alimentos en el estómago, hay que triturar uvas pasas negras». El nombre procede de «uva passa», del término latino «pandere», que significa «desplegado al aire para secarse».

La ruleta.


Aunque el origen de dicho juego de azar se atribuye a lugares tan distintos como el Tibet o Roma, la actual ruleta data de 1842, cuando los hermanos Françoise y Louis Blanc añadieron el 0 a los 37 números que tenía entonces. El inventó llegó al otro lado del Atlántico en la segunda mitad del siglo XIX.

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