domingo, 11 de noviembre de 2012

La desventura de Eco

Según la mitología griega, el dios silvestre Pan nació muy feo. Gustaba mucho de las ninfas, a las que perseguía incansable para aprovecharse de ellas. Era experto en tocar la flauta, hacer hechizos y embaucar a todos.

Cierto día en que estaba a punto de arrancar a su flauta sus selváticas melodías, se detuvo, de pronto, fascinado. La cosa no era para menos. Detrás de un matorral, a pocos pasos de él, la hermosa ninfa Eco entonaba una canción más dulce que los trinos de los pájaros... Era la voz más dulce que Pan había escuchado en su vida. Atraído por la belleza de la doncella y por aquel canto divino, le propuso matrimonio.

La ninfa quedó aterrada, y de un salto huyó velozmente hasta esconderse en una cueva. Desde allí invocó a grandes gritos a Narciso, el hermoso y joven cazador a quien amaba locamente, esperando que acudiera en su ayuda. Pero la ninfa lo invocó inútilmente. El orgulloso y altanero Narciso jamás acudió. Y el amor y el dolor consumieron a la pobre ninfa, no quedando en la cueva más que su voz. Desde aquel triste día, Eco responde siempre a los que pasan y repite la última sílaba de sus palabras, porque ya no tiene fuerzas para llamar a su adorado Narciso.

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